El ojo es uno de los símbolos más representados en la historia de la humanidad. En diferentes culturas ancestrales, el ojo ha tenido un protagonismo que todavía se sigue manteniendo a día de hoy en todo el mundo.
Aristoteles aseguraba que la vista es el sentido por excelencia, superior a todos los demás, y el más importante para la supervivencia del individuo. El ojo y la mirada siempre se han caracterizado por su componente espiritual, su complejidad y su orientación divina. Asociado con el sol y la luz, así como con un poder o deidad superior que mira desde lo alto.
En India, aparece el ojo que todo lo ve en el Rig Veda, un texto sánscrito que se cree que fue escrito hace más de 3.000 años. En él hay muchas referencias al sol y a otras deidades como un ojo en el cielo, un ojo que revela la creación o un ojo que nunca se cierra. Esto se puede comparar como un símbolo de un alto nivel de conciencia despierta que los seres espirituales avanzados tienen y que todas podemos potencialmente alcanzar. También encontramos el símbolo de nuevo en el Dios Shiva, que tiene tres ojos.
El chakra del tercer ojo, es el sexto de los siete chakras principales, situado en el centro de la frente. Tiene energía femenina y rige la comunicación espiritual, la conciencia y la percepción. Es un chakra altamente espiritual que se relaciona con las habilidades psíquicas de la persona. Un chakra del tercer ojo equilibrado proporciona a las personas un sexto sentido o una fuerte intuición. Estos poderes psíquicos o la guía interior pueden apoyar las experiencias en el mundo real al permitir que las personas confíen en su propio instinto y en su voz interior. Esta capacidad ayuda a las personas a experimentar el mundo físico que les rodea con la sabiduría y la luz interiores.
En el antiguo Egipto, el ojo que todo lo ve se conoce como el ojo de Horus o el Ojo de Ra. En diversos mitos ellos eran símbolos de protección, sanidad y restauración. El ojo izquierdo de Horus se decía que era la luna y su ojo derecho el sol. Horus era un dios sol con cabeza de halcón y se podría decir que el ojo de Horus fue diseñado como un ojo de un halcón Lanner con su marca debajo del ojo.
En Oriente Medio, es conocida la figura de Hamsa, la forma de una mano abierta con un ojo en el centro. Este símbolo es conocido por su uso para la protección contra el mal de ojo y el peligro en general y también como amuleto de la buena suerte. También se le conoce como la mano de Fátima en el Islam y la mano de Miriam en el judaísmo.
En Grecia y Turquía tienen el símbolo Nazar. Es un solo ojo sin la mano pero con la misma finalidad que esta. Los utilizan como amuletos en joyería, adornos para la casa, colgantes y llaveros, y suelen estar hechos en vidrio azul.
El símbolo de un ojo en una mano también aparece en las culturas azteca y maya, y en obras de arte nativo americano, aunque los arqueólogos no están seguros qué significado tenían para estas culturas.
En la llamada “tumba de Jesús” descubierta en 1980, se puede ver un símbolo de un ojo en su entrada. En el cristianismo el ojo se ha utilizado situándolo en el interior de un triángulo y rodeado de rayos de luz, representando así la Santísima Trinidad y la omnipresencia de Dios y el ojo observando la creación.
Como vemos, el ojo se ha utilizado a lo largo de la historia para representar generalmente una fuerza benevolente creadora vigilante, que ayuda y protege a la humanidad y representa una parte espiritual que se encuentra dentro de una.
El ojo es un símbolo poderoso, representado en todas las culturas desde la antigüedad. En este diseño, nosotras hemos reinterpretado el concepto del ojo que todo lo ve: las perlas se encuentran en el interior de las conchas, concretamente de las ostras, y se asocian con la belleza femenina, una herramienta de opresión para la mujer. Situando el ojo en el interior de la concha, queremos reivindicar la importancia del espíritu, de cuidarnos más por dentro que por fuera y soltar, de una vez por todas, los roles de género que nos oprimen. Trabajar nuestra intuición, escuchar nuestra voz interior, seguir nuestros instintos, conectar con nosotras para guiarnos y caminar siempre acompañadas, es lo que realmente necesitamos. Que nadie te distraiga de tu destino, el camino se recorre con una misma.
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